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Después de un día de tensión llegas a casa y la cabeza te da vueltas. El trabajo, el estrés, la rutina diaria,hacen mella en tu estado de ánimo. Necesitas un chute de adrenalina en forma de amalgama musical , y cuando te tumbas en tu sofá favorito lo estás esperando.
Este disco que hoy os comento es uno de los que marcan un estilo, un antes y un después. El concepto de The Dark Side Of The Moon es tan sencillo y a la vez tan complejo como la vida misma. La capacidad de Pink Floyd el 17  de marzo de 1.973, al editar el noveno disco de su carrera, se vuelve inconmensurable. Una forma de expresión ecléctica que nos entusiama desde entonces a pequeños y mayores, de cualquier convicción y gusto musical.
Se trata  una de esas maravillas que te pones a escuchar por centésima vez y parece que vuelves a entrar en cada ocasión en un mundo diferente. La  verdadera dimensión de este disco se alcanza por el hecho de estar grabado como una sola pista, de ahí que se catalogue como conceptual. Cuando comienza Speak to me, toda esa quietud desproporcionada, ese talante esperanzador , el latido envuelto en sonidos de máquinas registradoras, tic tacs, y risas reverberantes termina por eclosionar como un huevo en la batería sigilosa y elegante de Nick Mason.

Pero es tan fácil perderse en ese halo de misterio sostenido por toda la banda al completo... Gilmour toca muy suave la strato, Waters marca un toque de bajo espectacular como él mismo sabe, el fondo del teclado de nuestro por siempre recordado Wright termina por introducir la voz aterciopelada, y la banda se adentra en una marea musical de extraordinaria belleza.
Cuando de pronto enlaza al segundo corte del disco nos percatamos de que estamos inmersos realmente en una superproducción de tintes tecnológicos que por todos medios trata de catapultar el estado onírico de la psicodelia, inventada como género varios lustros atrás, hasta un punto de comercialidad y polivalencia hasta entonces insospechado. El trabajo de Rick Wright en la entrada de On The Run atesora una sinfín de posibilidades, abre vías de exploración musical tan amplias como la existencia. Mason apoya con un golpe de charles mecánico y atemperado a un ritmo perfecto que sobrepasa toda nuestra expectativa. Pasos , explosiones, los huecos en la música de los Floyd, las pausas, silencios y recursos extramusicales, se convierten en este disco en algo normal. Un tesoro que debemos tener presente como legado de la humanidad.
El siguiente corte está a punto de comenzar. Si está escuchando el disco en alta fidelidad, cuidado, el volumen puede hacer que las paredes tiemblen. "Ticking away the moments that make up a dull day". Con Time, la forma de estructurar una canción se vuelve un hecho superlativo sin parangón. Las secuelas de esta introducción en directo colmarían de variantes a un Mason que nos adentra en un ritmo medio, nada nuevo, pero con gran empuje nos cercioramos de que estamos despiertos y la vida no es un sueño. La voz de Gilmour va relatando la historia. Cuando se lanza con el gemido de su Stratocaster , nos encandila con su típico estilo sencillo y penetrante. Un solo de un guitarra de élite, por muchos imitado, que se atreve a traspasar las barreras musicales y alcanzar metas de expresion y feeling que van a más allá de la mera técnica con el instrumento. Los coros usados en el disco confieren todavía más profundidad a una música que se convierte en una banda sonora de tu propia vida. Las voces de Wright y Gilmour se entrelazan, "the time is gone, the song is over, thought i`d something more to say..." Es tan complicado hablar de sentimientos, y a la vez cuando escuchas un disco como éste es como estar otra vez en casa, "Home, home again. I like to be here when I can".
Me considero fanático de Pink Floyd. No descubrimos nada nuevo. Pero este disco llega un momento en que se supera en cada segundo que acontece. Como por arte de magia se suceden las melodías, los reyes del temperamento aglutinan magia, sensualidad, potencia y expresión.
Sin darte cuenta has entrado de lleno en The Great Gig In The Sky, un himno capaz de erizarte cada pelo , con una intro apoteósica del maestro de los teclados Wright. La batería de Mason asombra a cada iniciado en el mundillo de las baquetas, cual presdigitador obnubilado por un toque de bajo magistral a cargo del maestro Waters, que no descansa. Lo realmente maravilloso de este universo musical es aprovechar cada detalle y cada recurso como si fuera algo natural y consabido. Los coros de esta canción son algo fuera de lo normal. Para ello contaron con la participación de Calre Torry, nunca mejor aprovechada. En directo he llegado a contar hasta tres cantantes distintas alternando voces.
Este disco toca temas muy distintos: la locura, la existencia, el dinero... Money es el siguiente tema. Para su grabación se utilizaron como introducción el sonido de máquinas registradoras y monedas cayendo. Grabado en 7/4,  tiene un desarrollo de saxo a cargo de Dick Parry que termina por eclosionar en el solo de Gilmour, ya en 4/4, para convertirse en uno de los temas insignia de la banda.  La sencillez conque se desarrolla la canción, el bajo persistente de Waters, el fraseo de la guitarra, y una batería casi frenética que no se permite caer en la monotonía, hacen de este tema una verdadera joya del rock universal. Las frases se escuchan de fondo, mensajes crípticos acerca del miedo a la muerte. La vida misma.
Us and Them sirve como puente para marcar un cambio de perspectiva en el álbum.  Con un trasfondo de pesadumbre y una melodía que combina el mensaje antagónico de lo opuesto, el yo propio y el tú ajeno. Musicalmente se funde con el saxo que persiste, el arpegio de Gilmour, los coros , hasta el desenlace . Se convierte en el tema más largo del disco.
Con Any colour you like entramos en el prototipo de tema instrumental de Pink Floyd, la batería de Nick Mason que se atreve a mantener el tiempo por encima del teclado de Wright, que se pierde ,en tanto la Stratocaster de Gilmour regresa, alternando un solo a dos guitarras paneado de izquierda a derecha. El bajo de Waters retumba en nuestra mente, el sigilo de la música de The Dark Side of the Moon ya ha invadido nuestro interior permanente y la zozobra de un día demoledor ha dejado paso a una tranquilidad y un sentido de la realidad constante y diferente.
En Brain Damage , dedicada a Syd Barret,  la voz corre a cargo de Roger Waters, confiriéndole un aire distinto. Se trata de un tema con un gran sentimiento de reconocimiento de su propio ego musical, casi un calco del estilo más personal e inherente de Waters. Las risas de fondo, la cordura y la locura, "there`s someone in my head but it`s not me". El mensaje lírico se funde en uno solo con la música, dando una muestra ejemplar y diferenciadora.
Este final de disco , que enlaza con Eclipse, la canción que parecía en un principio dar título a The Dark Side Of The Moon, es un cúmulo de mensajes de frases cortas,  de simbiosis entre lo divino y lo terrenal. De pronto nos damos cuenta de que el día ha pasado, la noche se acerca, pero de alguna forma nuestra existencia se hace mas llevadera. "There is no dark side of the moon really, as a matter of fact, it`s all dark".