Hola amigos, participo desde 2009 en una organización de cirujanos llamada Solidaris (Solidarios en Catalàn/Valenciano). Siempre que he podido he ayudado, organizando conciertos, y otras actividades, pero este año me he animado a ir con ellos a Guatemala, a trabajar en un hospital que hay en la ciudad de La Antigua (a unos 60Km de Guatemala City). He realizado varios reportajes fotográficos de la zona, he oído música he visitado poblados indigenas donde residen los descendientes de los Mayas. En total he vuelto con más de 5000 fotos y varias horas de grabación en unos 15 días de estancia... Aún ando de líos intentando aclararme con todo el material de que dispongo.
El caso es que he recopilado una historia personal de un señor mayor al que atendimos. Le he realizado todo el seguimiento, y aunque sé que estamos jodidos, y que es consuelo de tontos ver que otros están peor, quería contar esta historia que he vivido y trabajado en persona.
En esta expedición de 17 personas realizada entre finales de julio y principios de agosto de 2011, además de querer documentar la ingente labor de todo el equipo médico, pensé que podría ser interesante personalizar alguna historia, y por ello, tomé la decisión (previa aprobación de los médicos) de contar parte de la vida de una persona concreta a la que Solidaris hubies ayudado. En este caso, estamos hablando de Cesar (omitiré sus apellidos por respeto a su intimidad). Cesar tiene 4 hijos en edad de estudiar, y reside en una colonia (barrio) ubicada tras el aeropuerto de Guatemala City (a unos 65km del Hospital de la Antigua). Le pedimos permiso para entrevistarle y contar su historia. Nos dijo que si, y posteriormente confirmamos también con su esposa que estaba fuera esperando. La distancia a su domicilio no era excesiva, y yo quería acompañarle de regreso a casa, tras ser operado, con el fin de ver como y donde vivía. Tangamos en cuenta que hay enfermos que residen a 3 días de viaje, y todo Gautemala viene a ese hospital gestionado pour un Franciscano que se desvive por atender a todo ser viviente.
Aquí va pues la historia personal de Cesar....
A pesar de todo lo que contaré, y de sus escasos recursos, podemos afirmar que Cesar es un privilegiado en Guatemala, ya que dispone de una pensión, cosa que apenas un 1% de la clase obrera tiene. Como ex-trabajador de la construcción que ha querido disponer de un seguro privado (casi nadie se lo puede permitir), Cesar, ya jubilado a sus 62 años, cobra une pensión de 1.500 Quetzales. Al cambio normal podríamos hablar de 1€ = 11Q pero para simplificar usaremos la división por 10, así que diremos que su pensión es el equivalente a unos 150€. La jubilación no fue en absoluto un regalo a su edad: Había sufrido un accidente laboral que le costó la pérdida de una falange en el dedo índice de la mano derecha, por la que además del despido recibió 15.000Q (1,500€) y nada más.
Cesar me comentó que con esa cantidad no podía sobrevivir su familia, así que se hizo guardia de seguridad lo cual le reporta unos ingresos de unos 2000Q = 200€ al mes. Con sus 350€ al mes, mucho ahorro y trabajo puede mantener a su familia y espera dar estudios a cada uno de sus cuatro hijos. Todo un hombre valiente a pesar de sus escasos 47 kilos de peso. Prefiero no imaginar (visto el índice de violencia de Guatemala City) a Cesar equipado con un rifle calibre 12mm, ya que solo el retroceso le haría caer al suelo. Esperemos pues, que nunca tenga que usar su arma, y más aún: Que nunca nadie use un arma contra él. En Gautemala las armas están en venta libre, así que en caso de incidente de tráfico, es mejor no discutir so pena de recibir un balazo en la cabeza.
Hay un promedio de 20 muertos al día por arma de fuego en Guatemala, de los cuales 17 son en la capital.
Cesar acudió a las Obras Sociales del Santo Hermano Pedro en La Antigua (donde estabamos nosotros), porque su seguro privado le llevaba mareando más de dos años, negándose a resolver su problema de próstata. Según los "eminentes expertos" de ese seguro, no le pasaba nada. Tuvo suerte y fue admitido en la lista de espera para ser evaluado en 2011, y como la verdad y la realidad son muy tozudas quedó claro que SI que tenía un serio problema, ya que nuestro querido amigo Juan Casanova (Cirujano del IVO en Valencia) le extirpó la próstata y le dejó como nuevo.
Una vez admitido, fue el segundo de la lista para el quirófano de urología. Pasando a entrar a primera hora de la mañana del 2 de agosto 2011 para ser preparado por Rosa.
Como en todos los casos que trata el equipo, el paciente es pesado, recibe la ropa adecuada para su paso por quirófano, se le toma la tensión y se le abre una vía:
Según me comentó Rosa que es una gran experta en la materia, en el caso de estos pacientes, a pesar de verse las venas de forma muy aparente, no resulta nada sencillo abrir una vía en ellas, debido a su fuerte endurecimiento. Por eso mismo, Cesar pone cara de dolor al recibir el pinchazo, aunque hay que reconocer, que ni él ni sus compatriotas se quejan. Más bien todo lo contrario: Se pasan el día dando las gracias y bendiciendo la labor del equipo médico de Solidaris.
Una vez abierta la vía se le puso una dosis preventiva de antibiótico por vía intravenosa. La suerte en Guatemala es que el antibiótico suele surtir muy buen efecto ya que las personas están mucho menos acostumbradas a recibirlo y no han desarrollado la misma tolerancia que en Europa.
Tras regularle el gotero terminó la labor de Rosa. Solo faltaba esperar a que vinieran a buscar a Cesar a la sala de preparación para llevarlo al quirófano. Cesar estaba resignado, en todo momento mostró estar tranquilo. Se percibía una cierta preocupación en él, pero también la serenidad de quien sabe que está en buenas manos y haciendo lo correcto y necesario para que su vida vuelva a la normalidad.
En menos de una hora, vinieron a buscarlo:
Se procedió a anestesiarlo adecuadamente, sin que emitiera queja alguna:
Nuestra querida Ana Arbona ayudó eficazmente (como siempre) a Juan Casanova que asumió la operación:
El amigo Ramón Abascal pasó por ahí a ofrecer sus servicios ya que estaba a la espera de iniciar otra operación.
Finalmente la sonda quedó emplazada, las funciones de lavado iban perfectamente, y se procedió a cerrar al paciente que en todo momento estuvo despierto.
Cuando no estaba haciendo fotos, de cuando en cuando le tomaba la mano a Cesar y le hacía alguna carantoña. En alguna ocasión le pregunté si sentía alguna molestia o dolor, y siempre respondía que NO. El hombre estuvo la mar de tranquilo y relajado con los ojos cerrados durante todo el proceso operatorio.
Una vez terminada su labor, Juan salió de inmediato a comunicar el éxito de la operación a la esposa de Cesar (que como es lógico tenía cara de gran preocupación).
Pronto se le pasó el susto al hablar con Juan que sabe perfectamente relajar a los familiares y enfermos. Al instante Cesar fue cuidadosamente ubicado en una cama y llevado a la sala de despertar.
Su historial le acompañaba sobre la coma:
Con sumo cuidado todo el equipo disponible se encarga de que Cesar quede perfectamente ubicado y monitorizado. No hay tiempo que perder, hay muchos más esperando, pero no por ello se hacen las cosas mal, muy al contrario. Los pacientes son siempre tratados con enorme cariño.
Finalmente Cesar queda ya relajado y controlado. Solo hay que esperar a que su despertar sea total para ubicarlo en la siguiente sala donde su familia ya podrá visitarle.
A la mañana siguiente a primera hora y antes de empezar otro día agotador de quirófano, tanto Juan Casanova como los demás cirujanos, irán a ver a los pacientes que operaron el día anterior con el fin de dar un perfecto seguimiento a su recuperación. Cesar parece recuperarse bien, aunque no ha bebido todo lo que debería, así que tendrá que esperar dos días hasta que Juan pueda estar seguro de que ha quedado todo perfecto.
Al día siguiente voy a ver y a charlar un rato con Cesar que ya parece sentirse mucho mejor, ha bebido más agua y Juan es optimista, me confirma que si todo sale como él espera, mañana podremos llevar a Cesar a su casa.
Al día siguiente, aparece la señora de Cesar y su hija mayor de 17 años que está estudiando y a punto de entrar en la universidad.
Cesar lleva aún el drenaje pero ya Juan ha dado la orden de que se le quite la vía la sonda y el drenaje. Solo nos queda esperar a que llegue Ernesto con su furgoneta para llevarnos a la casa de Cesar.
Finalmente Anabel (la esposa de Ernesto) nos avisa de que se encuentra en la puerta. Cesar se viste, y todos nos aposentamos en el Taxi de Ernesto:
Tras haber recorrido todo el trayecto hasta Guatemala City, dejamos de lado el aeropuerto mientras la hija de Cesar va dando indicaciones a Ernesto. Lo tremendo de estos barrios es que la ausencia de seguridad es más que alarmante. Ernesto me indica que bajo ningún concepto baje de la furgoneta con la cámara al cuello, así que voy tomando algunas fotografías a través de la ventanilla pues la zona parece cada vez más pobre y desangelada.
Los temores de Ernesto son fundados: No hay más que ver esta paupérrima tienda de barrio con sus enormes rejas que la protegen del robo. El vendedor atiende a sus clientes a través de un pequeño hueco entre las rejas. Observo que todas las tiendas que cruzamos se van haciendo más pobres a medida que nos adentramos en el barrio de Cesar aunque todas se encuentran igualmente protegidas por inmensos barrotes.
Tras adentrarnos en algo parecido a un lugar perdido en medio de la nada, vemos desaparecer el asfalto, pasamos a un suelo de tierra lleno de baches y piedras en medio de chabolas de chapa metálica, y por fin la hija de Cesar nos indican que hemos llegado: El hijo pequeño de Cesar nos está esperando en la puerta.
Lo impresionante de esta casa es que está construida con un máximo del 10% de material de obra, el resto son trozos de hierro recogidos en vertederos y chapa ondulada. Cesar se apea ante su hogar.
El más pequeño nos recibe con gran alegría.
Para él, soy de los que ha curado a su padre... Por mucho que se lo explique, nadie entiende ni ha entendido nunca que no soy médico (apenas fotógrafo y no muy bueno). Para ellos todos los del equipo somos doctores y cuando uno lleva días desmintiendo esa condición, al final se cansa de repetirlo y abandona... ¿ Me quieren llamar Doctor ? Pues vale, tampoco es nada malo, así que se toma la cosa con cierto sentido del humor y se sigue trabajando que a eso hemos venido todos.
La hija pequeña de Cesar quiere una foto con su padre en el patio de su casa que les sirve de tendedero, minúsculo huerto, y también de trastero donde almacenan los más raros de los trastos encontrados por doquier.
Cesar aún manifiesta en el rostro el cansancio y la debilidad tras la reciente operación, pero es feliz porque ahora por fin puede orinar como una persona normal. Aquí tenemos al mayor de sus hijos varones. Trás él tenemos su pequeñas plantes de maíz que sirven a alimentar a alguna gallina y a ellos mismos. Eso les permite comer algún huevo de cuando en cuando y poder hacer sus propias tortitas, ahorrando quetzal a quetzal para que esos cuatro adolescentes puedan un día salir de ese barrio. Ese es al menos el sueño de Cesar.
Por respeto al pudor de estas humildes personas, no pido entrar en las habitaciones de la casa ya que sospecho que deben de estar en consonancia con el resto de lo que hemos visto. Una cosa es contar la vida de una persona o familia por dura que sea, y otra caer ya en el morbo, cosa que nunca he pretendido ni pretenderé.
Finalmente les hago una foto de familia a todos juntos en la entrada, con la promesa de que la imprimiré y se la mandaré por correo para que pueda presidir el comedor de estas encantadoras personas.
La hija mayor me promete que me contactará por Internet, y Cesar dice que me escribirá. Les he dado mi tarjeta con la dirección completa de casa más mis coordenadas Internet. Lo único que les he pedido es que me manden una dirección segura (no la de su casa donde el cartero no llega) para poder imprimir las fotos de este reportaje a tamaño digno y así hacerles un paquete y mandárselas.
Lo que más me ha emocionado al conocer a Cesar, es que a pesar de su humildad y ese fatalismo que impregna su mirada, tiene como meta que sus cuatro hijos puedan un día salir de ese barrio con estudios para no ser unos esclavos como él. Ojala ese sueño se haga realidad amigo Cesar. Ha sido un placer conocerte y espero seguir en contacto.
Helio Yago. |