Bienvenidos al estreno de mi columna de luthiería del foro Guitarramanía. Los artículos se centrarán en 4 temas que considero interesantes para los foreros, estos son: reparaciones interesantes para mí (espero que para vosotros también), cuestiones técnicas y debates sobre ellas, tema Vintage y trucos y consejos prácticos para cualquiera que no sea luthier. Considero de vital importancia vuestra acogida a todos estos temas así como cualquier otro tema que consideréis importante y que haya omitido. El presente artículo se centra una reparación interesante: una Gibson Super 400 del año 78, todo original y en inmaculado estado con la pala partida…La historia es la siguiente: Un día recibo la llamada de un cliente y amigo, Carlos Marquerie, guitarrista de jazz. En su llamada (casi con tono de pésame) me dice que ese mismo día se le ha partido el clavijero de su Gibson Super 400 en un desgraciado accidente doméstico. Lo primero que le digo es que no se preocupe, que todo tiene solución. Después de tranquilizarle le digo que envuelva la rotura en film trasparente (para evitar que la madera se oxide como las manzanas cuando las cortas) y que me traiga la guitarra lo más rápidamente posible. Afortunadamente, a las pocas horas se presenta Carlos con la guitarra. En una reparación es de vital importancia cerrar la raja con premura para evitar la oxidación de la madera, que si bien no es un impedimento para la reparación sí que deja una línea negra en el trazo de la raja cerrada. En resumen, que es importante para la estética de la reparación. Con la guitarra delante y Carlos (todavía con mucha tristeza en los ojos) llegamos a un acuerdo importante.
1º Por mi parte: emplear todo mi conocimiento y esfuerzo en hacer la mejor reparación posible sin escatimar en nada. 2.-Por parte de Carlos, gracias a la amistad y confianza que nos une llega a otro importante compromiso: ESTE ARREGLO NO TIENE PLAZO NI PRESUPUESTO. Gracias Carlos… Aclarando las cosas, nunca trabajo así, esta situación es excepcional por el cliente y la guitarra. Con la guitarra en mis manos empiezo a pensar en la reparación, puesto que cerrar la raja pronto es crucial. Antes de hacer nada pienso: La raja es muy limpia sin haber perdido madera lo cual me permite dejarla bonita (ventaja). Inconvenientes: -Las rajas en Gibson suelen ser paralelas al diapasón, lo cual da mucha más superficie de encolado y es más sencillo ejercer presión con gatos al cerrarla. En ésta guitarra ocurre lo contrario, la raja es bastante oblicua… -La pala de la guitarra es la más grande que conozco, casi como un remo. Cuanto más grande es la pala, mayor efecto palanca harán las cuerdas tirantes; por si fuera poco, en una guitarra así se emplea un calibre del 012 o más… -La guitarra tiene una enorme voluta (típica de las gibson de los 70) en la parte trasera del diapasón que hace que los gatos sean difícilmente acoplables ahí sin dañarla. -El color de la guitarra es natural, donde tienes poco margen para esconderte con tintes que oscurezcan la zona de la raja. Los colores burdeos o nogal son muy agradecidos, por no mencionar el negro… En este caso no habrá refugios.
Puestos en faena me decido a hacer una horma a medida para los gatos que tendrá dos finalidades: 1ª - Evitar que la voluta se dañe por la presión de más de 100kg/cm2 de los gatos 2º - Conseguir que la presión se distribuya por la mayor zona posible (especialmente en la línea de la raja). Tras proteger la guitarra con film realizamos la horma a medida (foto1 del collage). Una vez tenemos la horma procedemos a preparar la cola de pescado al baño maría. Sobre la cola de Pescado: La cola de pescado es el pegamento que menos rastro deja además de ser 100% desencolable. Además, en caso de nueva rotura, sus restos son 100% solubles en agua caliente. Lo cual permite que un instrumento se pueda reparar 100 veces. Los violines están encolados con ella y gracias a ello los Stradivarius sobreviven 350 años después (foto 2 del collage). La cola de pescado es muy rápida, se aplica a un máximo de 70ºC (si se calienta más se estropea) y en cuanto se enfría por debajo de 50º centígrados no fragua. En consecuencia no deja mucho más de 10 segundos para poner los gatos (hay que ser muy hábil) Existen truco para prolongar ese tiempo como es calentar la madera que vamos a encolar y el tiempo se amplía otros 20 segundos. Antes de aplicar la cola mi socio, Jaime del Campo y yo practicamos la rutina de colocar horma y gatos 2 o 3 veces para saber que todo irá bien. Cuando tenemos todo claro se procede a calentar la cola metida en jeringuillas mientras otro calienta la madera con un secador. Un poco de estrés y los gatos puestos…48h de gatos y veremos el resultado con bastante ansiedad (foto 3 del collage). Tras retirar los gatos y limpiar los restos de cola con un poco de agua templada observo que el encolado ha sido perfecto, lo cual es crucial no sólo por la estética sino también por la integridad del arreglo. “Lo que bien parece bueno es” también es aplicable en este caso. No han trascurrido más de 72 horas desde la rotura y la raja ya está encolada perfectamente, ahora nos podemos relajar un poco y pensar en los pasos siguientes con un poco más de calma. El siguiente paso consiste en disimular la rotura, que es muy poco visible, podría seguir 2 caminos: El fácil: sellar la raja con un poco de barniz y pulirlo (quedando visible una muy ligera línea) No tiene riesgos y el resultado ya es para firmarlo.
El difícil e incierto: Lijar el barniz en la zona e intentar cuadrar el color ámbar. Al lijar se retira el tono ámbar y el cerco blanco debe ser teñido de nuevo, lo cual en colores oscuros es sumamente difícil pero en este caso no tanto. Corro el riesgo de liarla y dejarlo peor que con el método anterior (foto 4 del collage). Se lo prometí a Carlos, lo haré lo mejor que pueda (aunque tal vez me arrepienta…) Procedemos a lijar la raja y laca con grano 320 seco y la raja desaparece por completo, ¡es invisible! Por desgracia el cerco blanco de la madera al natural es muy llamativo. Después de conseguir todos los tonos de tinte al amarillo rojo y naranja que no tenía ya comienzan las pruebas de color en papel, después en cachos de arce y por último en la guitarra. Las cosas no salen como esperaba: el tono ámbar se produce principalmente en la laca y no enteramente en la madera. Por desgracia he perdido mucho tiempo en las reparaciones de día a día y tengo 50 guitarras (con plazo y presupuesto, como debe ser) a punto de agotar el plazo. Necesito coger fuerzas e inspiración… Un par de semanas después lijo las pruebas previas y vuelvo a intentarlo con otro método, aplicar el ámbar ligeramente en la madera e ir construyéndolo un poco más a través de la laca para que se parezca al de la laca y madera circundante. Como una hormiguita voy construyendo el tono poco a poco con goma laca teñida. Si bien la guitarra tiene laca nitro, la nitro empleada tiene casi 30 años de curado y su apariencia es distinta a la nitro nueva, la goma laca deja mucho mejor aspecto y por eso la uso para esa pequeña zona.
Tras 1 mes de rutina de muñequilla y lija 2 veces al día (eso sí, sólo 10 minutos cada mano). El barniz ha hecho su capa. Tras dejar que se seque otras 2 semanas es hora de pulirlo. Tras pulirlo aprecio como el tono ámbar se ha cuadrado perfectamente y el aspecto es imponente. La apariencia de la gomalaca es clavadita a la de esta nitro. Es hora de encordar y ver como van las cosas, tras encordar con calibre 012 de entorchado plano la guitarra suena de escándalo, me gusta más que otras Super 400 posteriores que he visto. Una de las cosas buenas de ser Luthier es darte el lujo de tocar estas guitarras un rato y disfrutar un poco… La rotura parece perfectamente estable. Forzamos la afinación hasta fa sostenido y todo parece correcto durante una mañana. Es hora de llamar a Carlos y…pensar en el presupuesto, lo cual ¡se me había olvidado! Cuando Carlos vió la guitarra de nuevo tenía la cara de un niño con un juguete nuevo y la satisfacción era mutua, yo había realizado uno de mis mejores trabajos y él tenía su guitarra sin cicatrices de un muy mal percance. Tras entregarle la guitarra y cobrarle un presupuesto que creo que ambos consideramos justificado le pedí permiso para publicar este artículo, puesto que las reparaciones de este estilo deben de tener permiso del dueño para hacerse públicas y Carlos, muy generoso me dio su total conformidad para compartir esta bonita reparación con vosotros. Para los malpensados: Las fotos se hicieron con un móvil NOKIA N73 con lente Carl Zeiss. En las fotos de éste artículo no se ha empleado absolutamente ningún tratamiento gráfico (ni siquiera contraste). Si bien hay cosas que la lente no ve y el ojo sí, garantizo que la raja era invisible. Si os acercáis al Café Berlín, con un poco de suerte actuará Carlos y con un poco más de suerte podréis ver la guitarra con vuestros propios ojos. Si no fuese así podréis disfrutar de un muy buen concierto de jazz…
Para los bien pensados: Esta es la reparación de clavijero de la que más orgulloso me siento, tanto por la guitarra, como por la dificultad y por el resultado. No siempre es posible reparar así una pala rota a nivel estético por las siguientes razones: 1ª - La propia rotura- 2º - Presupuesto u horas de trabajo, en este caso más de 40 horas a lo largo de 3 meses. 3º - Un pequeño factor suerte (que suele favorecer al que sabe y trabaja duro) que gracias a dios estuvo conmigo y con una SUPER 400 del año 78 en inmaculada condición. Hasta pronto…
Juan Brieva
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