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Lo estabas esperando, lo sé… Quieres saber si el último trabajo de Metallica está a la altura, ¡Y lo quieres saber ya! La expectativa que este álbum ha levantado en la comunidad metalera tiene otorgada ya la medalla de plata entre las grandes esperas (el oro sin duda para ‘Chinese Democracy’ de Axl Rose y compañía). Antes de abordar el disco, se imponen unas aclaraciones para neófitos. Es necesario poneros en antecedentes. En la década de los ’90, el cuarteto liderado por James Hetfield causó gran revuelo con la publicación de dos álbumes que rompían con el estilo que les había catapultado al estrellato. Para los más puristas, el Black Album (‘Metallica’, 1991) ya olía a chamusquina con la inclusión de dos baladas (“Nothing Else Matters”, “The Unforgiven”). Sin embargo, la apuesta por Bob Rock a los controles no pudo ser más productiva: Metallica alcanzó una cifra récord de ventas y el sonido ligeramente edulcorado de la banda de Thrash Metal de la Bay Area californiana contagió a segmentos de población hasta la fecha indiferente al Metal. ‘Load’ y ‘Reload’ llevaron al grupo a terrenos peligrosamente inexplorados. Los dos álbumes (siendo el segundo un refrito de tomas de estudio de temas destinados al primero) acusaron un bajón de ventas y provocaron seria reprimenda por parte de los fans clásicos de la banda. Si ‘Load’ contenía buen material (aunque no propio de Metallica en conjunto), ‘Reload’ fue altamente decepcionante, un disco para olvidar, digno de haberse editado como proyecto paralelo pero indigno de llevar el sello de Metallica. En el apocalipsis Grunge de aquella década, el grupo no supo llevar el testigo del Thrash Metal tradicional y sucumbió (como tantos otros) a diversas influencias y a la experimentación, facturando temas rabiosos pero cortos y sencillos, a duras penas englobados bajo la denominación “Heavy Metal”. Aunque pareciera imposible, la cosa fue a peor: ‘St. Anger’ (2003) carecía de solos de guitarra, presentando un abanico de temas Post-Punk que carecían de la garra de anteriores trabajos del grupo.
La ruptura con muchos fans se hizo evidente, y su clamor, estridente. ‘St. Anger’ parecía una burla. Metallica habían muerto. Ya han pasado 5 años y nos hemos acostumbrado a condenar a la banda al olvido, abandonándonos al recuerdo de su época dorada y proclamando aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Con muchos fans en contra y el desafío servido, Metallica se preparó para un largo encierro, inmersos en la elaboración de un trabajo destinado a asestarles el mazazo final o a otorgarles, cuanto menos, el beneficio de la duda. Las cábalas acerca del estilo del disco fueron divertidas, pero el hecho es que Hetfield, Ulrich, Hammett y Trujillo (sustituyendo a Jason Newsted) iban a darlo todo. Por dios santo, ¿Quién no ha descubierto el “Palm-Muting” gracias a ‘Kill ‘Em All”? ¿Quién no decoró su habitación con un poster del ‘Master of Puppets’ ni lloró la muerte de Cliff Burton? Pienso en todo ello con el vello erizado, mientras introduzco el CD en el reproductor. Respiro hondo y pulso “Play”…Con el track-list ante mí, sonrío asombrado, hay 5 temas (de 10) con más de 7 minutos de duración, entre los cuales uno de 8 y uno de 10. Suena el primer arpegio…
"That Was Just Your Life” empieza bien, Hetfield tarda dos minutos antes de articular palabra, el arpegio inicial muta en un Riff endiablado y poderoso. El sonido es grueso y afilado, sin contemplaciones, apenas puedo creer lo que oigo. ‘St. Anger’ fue una fiebre pasajera, un mal sueño, un retoño defectuoso. Tras la segunda estrofa, le tengo cogido el punto al tema, ansío ver esto en directo. Lars golpea la batería totalmente desengrasado, y una serie de punteos doblados parecen anunciar la presencia de un solo de guitarra. ¡¡¡Si!!! El inconfundible Wah-Wah de Kirk Hammett (al más puro estilo “Blackened”) se abre paso a dentelladas por mis agradecidos tímpanos. Ingenuo de mí, di por muertos a unos reyes, el solo da paso a un pequeño desarrollo instrumental para concluir con la repetición "Headbanger-friendly" del estribillo y dar por concluida la presentación del disco. Un momento, tengo que poner pausa y encenderme otro pitillo, me siento volar, necesito un segundo para asimilar el impacto que este tren de mercancías descontrolado ha provocado en mi cerebro. Esto es Thrash Metal, desde luego, reinventado, resucitado y largo tiempo añorado, casi en estado puro. Digo casi porque habría sido autoparodiante oír un disco con el aire ‘80s del ‘Ride The Lightning’, se nota que Metallica se ha esforzado en recuperar su mejor forma ciñéndose a la agresividad y a las tonalidades metaleras que imperan hoy en día. Sigamos…
"The End of the Line” abre con una intro muy dura, los Riffs se suceden y empieza el show, otra sensacional (¡magistralmente simple!) línea de guitarra rítmica, muy característica de Hetfield, que da paso a un puente frenético y el estribillo estalla fusionado con duros golpes. El tema trae recuerdos, me parece estar escuchando la segunda parte del ‘…And Justice For All’. Otro desarrollo poderoso me sume en la gloria auditiva. Un solo loco de Hammett pone las cosas en su sitio en el momento adecuado para dar paso a un pasaje limpio, en el que Hetfield anticipa el crescendo final.
"Broken, Beat & Scarred” no hace prisioneros, la tónica de dureza se mantiene, dándonos una sensación de solidez que empieza a reconfortar. Otro Riff nervioso (esta vez, con aires de ‘Black Album’) estalla de forma explosiva, Hetfield proclama con orgullo que lo que no te mata te hace más fuerte. Prueba de ello es el hecho de que Metallica ha optado por ofrecernos temas largos, huyendo de cualquier posible asociación con su reciente pasado. La expiación de James Hetfield le otorga el perdón divino, ha recuperado su agresividad. También hay un buen solo de guitarra de Kirk Hammett.
"The Day That Never Comes” empieza con un arpegio limpio con punteo (tipo “Fade to Black”), para explotar en un gran estribillo, me recuerda a “The Unforgiven”). No cabe duda, estamos ante una balada ligeramente oscura y pesimista, pero muy alejada de “Nothing Else Matters”. De hecho, empiezo a dudar de la naturaleza del tema, ya que la caña reaparece a partir del cuarto minuto (y aún queda otros cuatro). Nunca un medio tiempo de Metallica había contenido semejante punteo doblado (ahora me parece estar oyendo a Iron Maiden). El tema se ha engrandecido de golpe, y tiene un ligero tufillo a single si se deciden a cortar una versión “edit” más corta. Sigue el desarrollo del tema con solo y un buen puñado de triadas. Evitando un final pasteloso, se corta en seco. Muy grande…Un alegato antibelicista que posiciona al grupo cerca del oyente sensible.
“All Nightmare Long” abre con gran determinación, las intros están muy trabajadas, oímos con nitidez a Robert Trujillo por primera vez. Ejecutado con precisión quirúrgica, el “Palm-Muting”, Riff tras Riff, se convierte en hilo conductor del, hasta ahora, mejor corte del disco. Agresivo pero melódico, Hetfield pletórico y la banda a pleno gas coordinando breaks y golpes de efecto que dan paso a otro genial solo: hacía tiempo que no oía “relinchar” la guitarra de Hammett así. La estructura es realmente Thrash, alucinante.
"Cyanide” se presenta de forma curiosa, con toques Wah y un Riff hipnótico. “Jaymz” estira los versos y canta de forma contundente, protagonista absoluto. De nuevo, concesiones a una estructura más moderna, sin perder un ápice de rabia. Evolución natural, equilibrio coherente. En el ecuador del tema se abre un oasis con sabor a arpegio que no puede acabar de otra forma: solos de guitarra (esta vez, a mi parecer, a cargo del propio Hetfield y con Hammett retomando). Este sexto tema, que abriría la segunda cara de un LP, sintetiza muy bien las intenciones de la banda. Sigue el buen nivel.
¡Oops, teclados! Claro, es “The Unforgiven III”. ¿Será este tema la balada del disco? Pues parece que nos quedamos sin balada, la primera estrofa nos da la pauta, vamos a movernos con buenas armonías pero sobre una base distorsionada por momentos, destruyendo la posibilidad de asemejar el corte a una auténtica balada. La tercera parte de la saga “Unforgiven” tiene, a pesar de todo, buenas dosis de fuerza, aunque yo habría descartado la sección de cuerda en la mezcla final. En todo buen disco de Metallica que se precie existe espacio para el descanso, y en esta ocasión, la banda nos presenta “The Unforgiven” con una vuelta de tuerca adicional. ¿Porqué no? A estas alturas, podrían versionear a Bon Jovi sin que ello afectara la calidad del discazo que estamos analizando.
“The Judas Kiss” os va a golpear sin daros tiempo a levantaros. Un tenebroso Riff da paso a un “up-tempo” obsesivo, muy bien resuelto por parte de Ulrich en el estribillo. Es increíble el esfuerzo que Metallica ha puesto en conseguir una ecualización ligeramente “Vintage”, sin aumentar demasiado los graves. Las guitarras suenan tan bien, es el sonido de los mejores álbumes de la banda: reconozco el Wah-Wah de Hammett, el crujido comprimido del “Downstroking” de Hetfield, la paleta sonora inconfundible del ‘Black Album’. En los 8 minutos que dura el tema, Metallica usa sus mejores recursos para construir una gran atmósfera a base de buenos solos que discurren sobre un buen esqueleto rítmico.
"Suicide & Redemption” va a durar diez minutos, y ya empiezo a preguntarme con qué más pueden sorprenderme. El fade-in de volumen inicial (si, igualito que en “Eye of the Beholder”) desemboca en otro Riff realmente pesado.Los interludiosmusicales se suceden, estamos ante un tema instrumental. La melodía principal, sobre una base arpegiada en clave menor, progresa lenta pero seguramente sobre cambios de tono. La tensión sigue en aumento hasta la aparición del primer solo, al que sucede un segundo. A falta de dos minutos para el final, la tensión se rompe, Lars Ulrich desgarra los parches con furia contenida y una mutación del Riff inicial se aleja en fade-out para finalizar de forma redonda el pasaje.
"My Apocalypse” es el tema más corto del álbum, apenas cinco minutos exactos. Se repite el esquema para concluir el disco, un tema rápido tras el instrumental (“Damage, Inc”, “Dyers Eve”). Un trallazo capaz de agotar al batero más anabolizado de Escandinavia con sabor a tema de relleno hyper-acelerado pero bien aprovechado.
‘Death Magnetic’ no defrauda, al contrario. Un gran disco por parte de una gran banda, un logro sonoro para Metallica. El álbum vuelve a poner al grupo en la brecha, con la lección aprendida: los experimentos, en casa. Por un momento tuve miedo, pero he recuperado la fé. Faltará ver como se desenvuelve el conjunto en directo con este material, ojalá podamos comprobarlo muy pronto.
Por Freebird
2008-09-17
05:57:00
Última actualización el Miércoles, 17 de Septiembre de 2008 19:12
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Saludos
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