Hola amigos, en la actualidad, disponemos de lectores mp3, grabadores de CDs, páginas de descargas, etc... Por suerte para nosotros, jamás en la vida la música ha estado tan al alcance de cualquiera y a tan bajo coste, pero las cosas no siempre han sido así. En los años 60, la única música que podíamos escuchar era la comercial que salía en la radio de onda media/onda larga, y para de contar. Solo a través de los receptores de radio, o de los toca-discos de la época se podía escuchar música, y encima sin posibilidad de conservarla y menos aún de elegirla. En Francia habían emisoras como France Culture (Lo que sería aquí Radio-3) donde se podía escuchar Jazz, rock alternativo y música no comercial en general, pero siempre sujeta a los controles de la emisora. Así que estábamos todos en el rol pasivo del que no puede elegir, siendo un mero consumidor de lo que la radio tenía a bien emitir. Aún así, para los jovenes sin recursos, esas viejas radios a válvulas eran el único contacto con el mundo de la música,
En aquellos tiempos, surgió con gran ímpetu una forma de "piratería" nacida en Gran Bretaña: Unos viejos barcos cargueros de bandera panameña, fletados por gente alternativa, lbergaban emisoras piratas (no declaradas y sin afán de lucro) surcando el mar del norte en aguas internacionales, y emitiendo música Rock, psicodélica, y demás géneros alternativos no comerciales. Hasta incluso algunas de estas emisoras tenían la osadía de distribuir bajo mano y en círculos de dificil acceso, LPs (33rpm) y Singles (de 45rpm) con su propio sello. Dichos discos ilegales salidos de grabaciones realizadas mayoritariamente a escondidas de los autores, eran llamados unplugged y se podían conseguir a través de ciertos canales marginales. La Radio jugó un importante papel en nuestras vidas dejóvenes sin recursos ya que eran el único modo de estar al corriente de las noticias musicales. Algunos estudiantes con poder económico podían permirse el lujo de comprar los LPs que querían y nos los pasaban a los amigos, pero esos eran muy minoritarios del mismo modo que los jóvenes que disponían de un plato lector de discos en casa, eramos muy minoritarios también (Yo tardé bastante en tener uno). Otra opción consistía en alquilar en bibliotecas públicas los LPs favoritos, o ir a tiendas de alquiler, muy parecidas a nuestros actuales Video-Clubs, donde te podías llevar un LP por un escaso desembolso, escucharlo en casa y devolverlo al cabo de una semana. Por otra parte la FM apenas apareció mucho más tarde, los receptores costaban un ojo de la cara y aún tuvimos que esperar unos años a que emitieran en estéreo. A finales de los 60, salieron algunos magnetófonos de cinta que ya ofrecían cierta calidad a precios asequibles. En cuanto pude me agencié uno, conseguí unas cuantas bobinas de cinta magnética (eran caras) y pude empezar a almacenar algo de música para podera oír cuando me apeteciera. En aquellos aparatos, la velocidad de grabación en cinta era variable: A más velocidad, más calidad. Los magnetófonos o tape-recorders, podían ir a 4.75cm/s a 9.5cm/s o a 19cm/s (esas unidades de medida se refieren a cm de cinta que pasaba en cada segundo). Evidentemente y como ya he dicho, a más velocidad más calidad, pero siempre doblando el consumo de cinta. Así que mi primer engendro electrónico consistió en poner un potenciómetro que me permitiera variar la velocidad de grabación fuera de los estándares, por ejemplo tenía temas grabados a 12cm/s que me daba más calidad que los 9.5cm/s pero sin llegar a consumir los 19cm/s de la alta calidad. Por otra parte, con ese aparato podía bajar y subir el tono del tema (cambia en función de la velocidad) y así poder practicar la guitarra. Para poder usar semejante artefacto, me agencié un viejo tocadiscos del que solo conservé el plato, y le hice una salida directa de línea conectada al magnetófono. Por lo menos no necesitaba un micro para conservar los LPs que me dejaban, y tenía una grabación de cierta calidad aunque sin estéreo. Eso era todavía una costosa novedad, muy pocos LPs venían en Estéreo, y no era necesario tener un equipo de esas características que solo estaba al alcance de los muy ricos, algo así como sería hoy en día una TV de plasma de más de 40'' que vienen a estar por encima de los 6000€. Luego llegó la revolución de los Mini-Cassettes: Los primeros modelos Philips en un alarde de ingeniosidad se llamaban K7 (en francés 7 se pronuncia "set" así que K-set sonaba igual que cassette),. Aprovechando un viaje como músico a Suiza, me pude agenciar un Hitachi de muy alta calidad, comparado con lo que había en el mercado nacional y a precio de risa, ya que los que se vendían normalmente en España, llevaban un micro de lo más malo y tenían una calidad de grabación pésima. Sin entrada de línea ni nada que se le parezca. Por aquel entonces y ante la avalancha de usuarios de los casettes, los magnetófonos de cinta se abarataron, pero aún seguían siendo muy caros en el segmento de calidad, todos soñabamos con los famosos Grundig estéreo a válvulas, los Reeevox y los Uher (alemanes todos ellos), los japoneses Akai, Nagra etc... Ese era el sueño de todo músico: Disponer de un buen sistema de cintas en casa y poder así grabar conciertos y LPs de discos prestados. Una vez llegados al principio de los años 70, me pude agenciar un plato estéreo de segunda mano, y con varios receptores de radio y/o TV viejos sacados de un desguace, me pude hacer un ampli estéreo que en realidad eran dos amplis separados: Iban equipados del doble triodo ECC83 en previo y la salida era una EL84 con el transformador de una vieja Tele o Radio. Daba lo mismo, porque todos esos cacharros al llegar a la etapa de audio llevaban siempre la combinación ECC83 + EL84 de salida con un pequeño transformador. Salvo muy escasas excepciones (apenas si encontré alguna) los circuitos de salida audio de TV o Radio estaban todos basados en esa combinación de válvulas. En estos casos, los altavoces de TV eran siempre os elegidos ya que eran más grandes y soportaban más potencia que los de los receptores de radio. Durante los años 80 y casi los 90, la única solución que había para que pudiéramos almacenar música siguió pasando por usar esos cutre-cassettes disponibles en el mercado. Ya se vendían aparatos compactos con plato y cassette que permitían copiar directamente a cinta mientras escuchábamos un disco, pero solo algunos privilegiados podían permitirse el lujo de tener un Reevox de bobinas o un Akai, que aseguraran una alta fidelidad en una copia estéreo. A pesar de la salida al mercado de la música en CDs acompañada de los lectores de CDs, tuvimos que esperar aún unos años para ver las primeras grabadoras de CDs que permitían como es lógico, duplicar un CD. Cuando esos cacharros aparecieron, en las tiendas de informática se montó el gran negocio: Comprar una grabadora de CDs: A su salida, costaban unas 150.000 Pesetas, es decir 900€ y los CDs vírgenes unas 1.000 pesetas, es decir 6€. Como muy a menudo se estropeaba el CD, y la grabación se hacía eterna además de saltar ante cualquier saturación del PC, la solución pasaba por tener un PC dedicado solo a grabar, y esperar unas 4h a que la grabación se hicera. Al consumidor que acudía con un CD para duplicar se le solía cobrar unas 3.000 pesetas (18€) por cada CD duplicado. Una verdadera locura si se compara con los precios actuales. A medida que se iba implantando poco a poco el mundo de los CDs grabable, las cintas de cassette iban bajando de precio, hasta que la aparición de Internet fomentó gracias a las descargas de Napster y demás, el enorme aunmento de consumo de CDs vírgenes por los particulares, lo cual bajó su precio. Aún así España sigue en la cola de Europa en cuanto a implantación de Internet. Mi primera ADSL Premium de empresa a 1Mb costó 9 meses de espera y una cuota de 25.000 pesetas al mes sin hablar del alta que era carísima. Actualmente, gracias a Internet nos enteramos de todas las novedades, podemos escucharlas en vivo y en directo vía Youtube o descargar música a través de varios sistemas disponibles en la red, pero como se dice siempre, la realidad supera la ficción: Nadie en los años 60-70 podía imaginarse la enorme propagación de la música que iba a aparecer a finales de los años 90, y que sigue creciendo imparablemente con los actuales lectores mp3 que en algunos casos se conectan directamente a Internet y permiten descargar música de pago sin pasar por un PC o Mac, como ocurre ya con el iPod Touch, PDAs, teléfonos móviles, y demás aparatos actuales. |