Si tratáramos de explicar qué se siente al escuchar música tendríamos que preguntarnos primeramente si nos gusta el tema en cuestión. Si tratamos de mencionar algún estilo en concreto , de repente todo se muestra más complicado, y es que el subestimado poder de las etiquetas aflora de manera cada vez más pertinaz hasta creerse con derecho a influir en nuestras preferencias, como si estuviéramos hablando de cualquier cosa. El hecho de que la música pueda ser capaz de transmitir un estado de felicidad hace que en un primer término nos fijemos primeramente en nuestra música preferida, sin saber que quizás detrás de otros estilos se puede encontrar la llave para alcanzar un nuevo estado mental (hablando en términos musicales, sentirnos preparados para crear nuestra propia felicidad). Y es que la felicidad al fin y al cabo no es un término absoluto, y en la música como en casi todas las cosas en la vida, además de existir la perfección (que tan a menudo asociamos a la belleza) tambien existe lo imperfecto, y no por ello ha de ser menos "arte" y pensar que no pasa nada por perdérselo no debe convertirse en una costumbre.
Simplemente con tildar de arte a la música, ya en cierta medida estamos etiquetando, y es que la música puede ir más allá de toda forma artística, siendo algo intangible, unas ondas que viajan hasta nuestro interior, y de las que obtenemos placer o rechazo dependiendo de unas cuantas cosas. La música puede transportarnos a lugares donde no existe otro tiempo que el compás, ni otro color que el chillido de una guitarra, ni más contraste que el silencio socavado. A menudo echamos en falta algo y no sabemos qué es: hasta que ponemos música y de pronto nuestros sentidos se agudizan, somos capaces de pensar con mayor claridad. La música es un instrumento que nos permite asociar recuerdos de nuestra vida, momentos que no recordaríamos de no ser por una canción que de pronto escuchas un día y caes en la cuenta de que te suena, y hace tiempo que no escuchas esa canción, y de pronto rememoras cuando la escuchaste, quizás por primera vez, con quién la compartiste, o te permite reflectar tu verdadera dimensión espiritual, dándote de vez en cuando el empujón necesario para no pensártelo dos veces y tirar para adelante en decisiones difíciles en tu vida. No obstante, y como comentabamos al principio, las etiquetas suele estar presentes para que nos perdamos una gran parte de la película, nadie es ajeno a esta particular actitud. Cada cual pensará en sí mismo y se verá de una u otra forma, pero muy pocos seremos capaces de hacer un ejercicio de reflexión para ser coherentes a la hora de escuchar una u otra música. Porque está claro que la música es cultura, pero curiosamente si pensamos en nuestra forma de crecer musicalmente todo queda aparte, no existen unas reglas fijas, salvo el estudio del arte de la música, que nos permitan de forma sencilla y sin depender de nadie que nos asesore, enfrentarnos a realidades musicales tan diferentes unas de otras, que no por ello pensemos que somos bichos raros, sino más bien al contrario, encontremos una nueva perspectiva de la que obtengamos alegria inmediata. Y de esta forma pasamos por nuestro periodo educacional, el más importante, cuando somos muy jóvenes, desde la escuela, al instituto, y nos ponemos en 18 años con enorme rapidez, la vida pasa tan rápido... Bajo mi punto de vista es a una edad temprana cuando se puede influir definitivamente en la personalidad musical de un ser humano. Mis recuerdos se remontan hasta los cinco o seis años, luego a partir de los 9 años hasta los 12, y de ahí hasta los 18. Es decir, como a grandes rasgos, tres etapas. Despues de eso se supone que estás preparado para cualquier cosa. Puede ocurrir que tengas la suerte de tener un entorno que rebose músicalidad por los cuatro costados, en mi caso fueron los hermanos de un gran amigo de la infancia, con los que descubrí por entonces a Dylan, Knopfler, Clapton, Pink Floyd o AC/DC, por decir algunos. Eso ocurrió cuando tenía unos 10 años, y desde entonces he ido evolucionando. El que se crea con derecho a pensar que la música que a él le agrada es la única y la mejor se pierde tantas cosas... Cuando uno es tan joven se precipita a la hora de valorar una obra o un género determinado. Durante años no estuve en sintonía con un montón de variedad de géneros musicales que hoy en día me transmiten nuevas vibraciones a este mundo tan especial en el que vivimos. Quizás el paso de los años me ha permitido darme cuenta de que existe más música además de todo lo que he escuchado, y sobre todo me ayuda a tratar de evitar el típico comentario de que ya no se hace música como la de antes. La ilusión de descubrir nuevas sensaciones abre las puertas a tu propia dimensión. Atrévete y escucha. |