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Para recoger la esencia rockera de la década de los setenta, del grandioso apogeo del ‘arena rock’, retrocedemos hasta 1975 para centrarnos en Grand Funk Railroad, una de las bandas americanas definitivas. Concebidos originalmente como trío en 1969, habían conseguido ya en 1970 vender más álbumes que cualquier otro grupo norteamericano. El power-trio, con Mark Farmer al frente (respaldado por Don Brewer y Terry Knight) captó el legado psicodélico de finales de los sesenta, y puso patas arriba el panorama rockero dándole varias vueltas de tuerca. La inspiración de Farmer y compañía permitió a la banda editar siete álbumes en tres años,  incluyendo un directo nada más empezar su carrera. La energía que la banda destilaba sobre el escenario pronto pasó a mitificarla como un ‘animal de escenario’ que no podías perderte si tenías la suerte de verlos pasar por tu ciudad. La adición del teclista Craig Frost abrió un nuevo abanico de posibilidades sonoras para GFR: con Farmer más desahogado, el Rock primitivo y directo de sus inicios muta, sin perder intensidad, hacia un Rhythm and Blues emotivo y grandilocuente, concebido a base de himnos y desarrollos instrumentales con el sello personal de la banda: una ejecución llena de Feeling.’Caught in the Act’ nos muestra el apogeo de la banda más importante de la década de los setenta en América. Poco después llegaría el declive y la inevitable carrera en solitario de Farmer (conversión religiosa incluida).

“Footstompin’ Music” abre el concierto como no podía ser de otra forma: energía a tope para uno de los himnos más “groovies” de la banda. El oyente ya intuye que este álbum va a engancharle, la mezcla es muy equilibrada, y el primer solo de guitarra de Farmer anticipa momentos de gloria. “Rock and Roll Soul” es una declaración de principios. Guitarra y teclado entrelazados recuerdan a Deep Purple. El tema va evolucionando de forma curiosa, para llegar al clímax repitiendo “Tell everybody you know, you got a Rock and Roll soul”. Para “I’m Your Captain/Closer to Home”, las revoluciones bajan temporalmente: la banda se afana en ofrecer un corte con mucho sabor a años ’70s, ambas baladas se fusionan mágicamente. Farmer juguetea con la guitarra, reservándose, y comenzamos a preguntarnos quién ha educado su prodigiosa mano derecha: es capaz de entrar en trance, sin mirar apenas el instrumento, sintomático de su gran concentración. El cuarto corte es mi favorito. “Heartbreaker” es el típico medio tiempo en clave menor que a base de crescendos y cambios de ritmo consigue crear una atmósfera de tensión fascinante, para resolverse de la mejor forma posible. “Some Kind of Wonderful” es todo un hit-single de GFR. La dimensión que el bajo galopante consigue dar al tema, junto con el juego de voces, es de libro de texto. “Shinin’ On” se adentra en terrenos más eclécticos en el momento preciso: la banda abre a pleno rendimiento, a dos voces y con un riff hipnótico de Farmer, que enlaza un solo lleno de sentimiento. “The Loco-motion” es el único tema que los seguidores más “hard-core” de la banda no dudan en denostar, por el simple hecho de ser una versión. A mi parecer, el popular tema de Carole King nunca sonó tan bien, un break bailable de corta duración que nos deja listos para el tramo final del concierto. “Black Licorice”, otro corte favorito, se adentra como una locomotora sin frenos: es un “up-tempo” en el que Farmer ejercita sus cuerdas vocales al más puro estilo Gillan. Gran protagonismo para el teclado y mucha energía en la percusión. “The Railroad” vuelve a bajar el pistón y GFR hace gala de maquinaria engrasada para un tema mítico. Tempo a medio gas, pero machacón, avanza inexorable hacia el nirvana instrumental gracias a la pericia (de nuevo) de Farmer. Y llega la apoteosis… “We’re an American Band” es el tema más conocido del grupo. Es imposible permanecer impasible a la majestuosidad del himno, con el cencerro golpeándonos las neuronas y su incendiario estribillo. “T.N.U.C.” empieza a poner las cosas en su sitio, llega la diversión, más de nueve minutos de nerviosa agitación, con solo de batería incluido, hacen del tema un buen ejercicio de despedida, aunque quedan dos perlas en la recámara. De nuevo, un reto al crono con más de doce minutos para “Inside Looking Out”. ¿Es que no se les acaban los temazos? Para regocijo del oyente, parece que no. A sabiendas de que el final está cerca, la banda se entrega con (si cabe) más energía. El desarrollo instrumental es largo, Farmer tiene ocasión de puntear a gusto y con expresividad y se atreve con la armónica en el último tramo del corte. La guinda final la pone una versión de Jagger/Richards. “Gimme Shelter” suena de muerte, no hay otra palabra, llena de fuerza y revitalizada, gracias a su ávida ejecución. Farmer endurece la voz, aporrea con fuerza y convicción su guitarra y el tema nos recuerda a las versiones que los Stones hicieron en las giras de 1972/1973. Lorraine, Feather y Jana, las “Funkettes”, hacen aparición sobre el escenario, apoyando a Farmer en los imprescindibles coros que la canción requiere.

Como primera aproximación a Grand Funk Railroad, este directo de 1975 es muy recomendable, ha envejecido con elegancia y se las ha apañado para convertirse en disco inmortal. Si, otro de tantos, y aquí estaré para mostraros más, muy pronto. ¡Disfrutadlo!

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