En el mundo de la música en general, existe ya desde hace años, el debate entre lo moderno (digital) y lo clásico (analógico). La mayoría de los efectos y sistemas que solemos emplear son analógicos (cuando podemos), aunque la imparable tendencia modernizadora nos lleva siempre de camino a lo digital. No obstante, muchos músicos prefieren los sistemas analógicos porque suenan más reales y cálidos.
Las razones son variadas y poderosas. Aún así, para poder debatir en serio sobre este asunto, se requiere una mínima base de conocimientos, así que con este tema, iniciaremos una serie de artículos tendentes a aclarar la diferencia entre ambos sistemas, a partir de sus inicios, hasta llegar al modelado digital de sonido en efectos y amplificadores de nueva generación. Por supuesto, todo esto se tratará dentro de la nueva área de este portal destinada a estudio y home-studio. Una señal analógica es una corriente variable, como la que sale (por ejemplo) de una guitarra eléctrica o un bajo, un micrófono, etc... También es analógica la señal que sale de un clásico toca-discos de vinilos, en el que una aguja va vibrando en función de las mellas que hay en los surcos de un disco, y esa vibración es convertida en una señal eléctrica en forma de onda muy parecida en su estructura a la que sale de una guitarra o bajo. Lo mismo ocurre (aunque a la inversa) con un altavoz: En función de una corriente variable una bobina flotando sobre un imán, hace vibrar su cono de manera que esa corriente se convierta en sonido audible. Así que podemos decir sin lugar a dudas, que sea cual sea la fuente de sonido que estemos reproduciendo en una pantalla de altavoces o en unos auriculares, la señal eléctrica que llega a esos dispositivos, para que se convierta en sonido, es siempre analógica. En resumen y sin entrar en complejas formulaciones matemáticas: Podemos decir que un sonido analógico se saca a partir de una señal eléctrica variable que contiene la información necesaria sobre ese sonido. Puede ser grabada, reproducida copiada, etc... El mundo digital es totalmente diferente, se usa para almacenar, procesar y distribuir música y muchas cosas más (fotografía por ejemplo), aunque en este artículo y ámbito nos ocuparemos exclusivamente del aspecto musical de este asunto. Bien, para convertirla en digital, esa onda inicialmente analógica cuyo dibujo se muestra más arriba, es muestreada regularmente, y esas muestras se almacenan en forma de bits (ceros y unos) en sistemas de almacenamiento digital, tales como discos duros, CDs, DVDs, Mini-Disks, e incluso en cintas magnéticas como ocurre en los aparatos tipo DAT. En todo caso, por muchos cuentos que nos digan sobre las bondades de lo digital hay que tener muy presente que en una grabación digital, la calidad del resultado no es siempre tan evidente, porque depende de dos factores básicos: a)-La cantidad de muestras que se toman por segundo (a mayor cantidad más realismo y fidelidad). Por ejemplo, los actuales CDs tienen una tasa de muestreo de 44,1 Khz que equivalen a decir, tomamos 44100 muestras por segundo. El nivel de muestreo más estandarizado del mercado en cuanto a estudio de grabación suele ser el de 48 Khz que son 48.000 muestras por segundo. Al parecer esa fue la idea inicial de los inventores del CD, pero resultó que una obra clásica de no recuerdo que autor (es intrascendente), no cabía en un CD, y por eso se redujo esa frecuencia de muestreo a 44,1 Khz. b)-La calidad o profundidad de la muestra: No es lo mismo tomar una muestra de 2 bits que solo reflejaría 4 niveles de señal (una aberración sin sentido), a tomar una muestra de 16 bits (la resolución de un CD comercial) que es capaz de medir 2 elevado a 16 =65536 niveles de señal diferentes. Actualmente, en los estudios digitales modernos, ya se graba a 24 Bits, e incluso a 32 Bits. Por ejemplo, lo habitual en home-studio (Estudio casero) ha pasado a ser 24bits, lo que viene a resultar: 2 elevado a 24=16 millones de profundidad se señal. En este caso y hablando de Bits, no podemos hacer la cuenta de la vieja pensando que 32 Bits son el doble de 16 Bits... La cosa no va por ahí... Considerando un CD, podemos decir pues que en él se toman 44100 muestras con 65536 posibles niveles diferentes A CADA SEGUNDO. Los actuales CDs grabables que todos solemos usar, pueden contener hasta 750Mb que equivalen a 80 minutos de música codificada según los criterios antes citados. Por otra parte, el espacio consumido en el soporte digital aumenta considerablemente a medida que subimos la calidad del muestreo. Por ejemplo, si grabamos varias pistas de un único tema a 24 Bits/48 Khz, y queremos hacer una copia de seguridad del mismo, podemos perfectamente llenar más de 1 CD solo con algunas de sus pistas... Todo dependerá de la longitud del tema, por supuesto. Independientemente de que recibamos música en formato digital, como puede ser una codificación de CD, o mp3, siempre la vamos a reproducir de manera analógica. Y es cierto también a la inversa: Los sonidos que se graban porque salen de un bajo, guitarra o micro, son siempre analógicos. Porque entonces existe esa codificación analógica-> dgital al grabar, si luego esa señal digital tiene que reconvertirse de nuevo en analógica para ser oída ?? La respuesta es sencilla, en la era actual, todos usamos sistemas de almacenamiento digital (en un disco duro no se puede grabar música analógica, porque el disco duro solo almacena ceros y unos). Lo mismo pasa con un CD, o DVD, DAT, Mini-Disk. Los únicos soportes actualmente aún en uso (aunque muy poco ya), conocidos por todos y que permiten almacenar y reproducir música en forma analógica son los magnetófonos de cinta (ya sean de bobinas o cassette), y el dispositivo que permite solo reproducir, es el clásico plato para vinilos. Ahí tenemos una salida siempre analógica, igual que ocurre con una cinta de cassette. El grave problema que todos conocemos, y que es inherente al sistema analógico de almacenamiento, es que en caso de copiar de un soporte a otro (de cinta a cinta o de vinilo a cinta), siempre hay pérdidas. Son variables en función de la calidad de los aparatos empleados, pero pérdidas hay, y no pocas. Así que una copia de una copia de otra copia, pasa a ser un verdadero desastre. En el caso de soportes digitales, lo que se pretendía era evitar el desgaste de los cassettes y los vinilos, que sufren cada vez que se reproducen, y por eso nos propusieron el gran adelanto del CD que al no tener roce alguno, y ser un conjunto de marcas de bits sobre una superficie plástica que lee un rayo laser, estaba claro que con ese tipo de soporte, decíamos adios a las pérdidas de calidad a lo largo de su vida. El caso curioso, es que nadie se acordó entonces de los enormes problemas económicos que ese soporte iba a traer a la industria de las discográficas: Un CD original puede ser copiado, recopiado, y sus copias a la vez copiadas hasta el infinito, en una cascada en la que la calidad de la grabación no pierde nada de nada porque es un conjunto de ceros y unos. Si se copian, pues tenemos el tema original del CD original, aunque estemos en el escalón 500 de la copia... Es evidente que los gestores de derechos de autor y las empresas distribuidoras de música, no sabían o por lo menos no esperaban ese inmenso quebradero de cabeza que les ha caído encima con el asunto de las copias personales y privadas, y la infinita cantidad de leyes necesarias (según ellos) para regular un mercado que ha sufrido tan gran revolución que ya no hay marcha atrás posible. Seguiremos hablando del asunto, en otras entregas... |