Hola amigos, el otro día tuve el placer de desempolvar algunos viejos DVD de ópera. Huelga decir que me encanta la Ópera, aunque no soy nada experto en el género. Me gustan algunos clásicos de ese estilo, como Mozart, Puccini, Verdi, etc.. y poco más. Mi sorpresa apareció cuando tuve el placer de encontrar junto a esos viejos DVDs, el DVD de Tommy, la famosa ópera rock de The Who, o mejor dicho de Peter Townsend (guitarrista de The Who), que fue, de cabo a rabo, el autor de dicha obra de arte aún contemporáneo.
Para centrar el tema, hay, y han habido siempre 4 versiones disponibles de Tommy:
La grabación de ese magnífico doble LP de 33 revoluciones con su carátula azul llena de rombos data de 1969 (o su paso posterior a soporte CDs). Tenemos también algunos directos antológicos como el de Woodstock (1969), y cientos de conciertos menos conocidos que sirvieron de expansión a tan bella creación, hasta finalmente acabar con una magnífica película de Ken Russell proyectada en marzo de 1975, no sin antes pasar por una recreación sinfónica realizada nada menos que por la filarmónica de Londres. Así que para oír Tommy, no nos faltan medios ni soportes (otra cosa es encontrarlos).
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Hablar del año 1969 es hablar del año de los grandes mitos de la música. Un año donde grandes estrellas del Rock vieron su trabajo consagrado. En esta ocasión, para mi deleite y el vuestro, me quiero detener en el tiempo , quiero echar la vista atrás en un álbum que me hace desperezarme con un vigor nuevo cada mañana. Un disco que supone un paso adelante para uno de los artistas que a lo largo de su prolífica carrera nos ha vapuleado con una lista de discos tan extensa que resulta complicado poder detenerse en uno de ellos y tener la oportunidad de, tan siquiera, atreverse a conocerle en profundidad. Frank Zappa edita este Hot Rats como primer disco en solitario después de una primera etapa con The Mothers of Invention. Para su grabación contó con un buen número de músicos de sesión. Sin duda merece la pena analizar cada corte de esta pieza de colección dentro de su extensa discografía que alcanza alrededor de los 70 discos.
Si algo caracteriza al maestro Zappa es su capacidad de inventar , de crear atmosferas, de reírse de sí mismo , de no tener continencia por nada, de comerse los complejos para desayunar. En este disco Zappa se nos presenta como verdadero animal de la guitarra eléctrica, y quizás por eso se merece aún más figurar dentro de los discos que se comentan en este apartado de Guitarramania.
Tras un parón de dos años en la carretera, la gira americana de los Rolling Stones de 1969, con la reciente inclusión del genial guitarrista Mick Taylor (ex- John Mayall’s Bluesbreakers), levantó gran expectación en el mundo del Rock. Mick Taylor se había estrenado en el famoso concierto gratuito de Hyde Park, dedicado a la memoria del fallecido Brian Jones y América reclamaba a los Stones. Una obligación contractual con Decca Records UK fue el detonante de la salida al mercado del primer disco en directo, en 1966, de la banda, ‘Got Live if You Want It’, un compendio de éxitos sesenteros mal mezclados y poco aprovechable. La unidad móvil de grabación de los Stones, un prodigio de tecnología para la época, fue desplazada al otro lado del charco para plasmar por primera vez en directo el potente sonido de los Stones con Taylor a la guitarra solista. Vistos los resultados, el Rolling Stones Mobile sería requerido en posteriores ocasiones por artistas como Deep Purple (‘Machine Head’) ó Iron Maiden (‘Live After Death’). Lanzado al mercado el 4 de septiembre de 1970, ‘Get Yer Ya-Ya's Out!’ alcanzó la cima de las listas británicas, eclipsando parcialmente la salida casi simultánea de uno de los mejores discos de estudio de la banda, ‘Let it Bleed’. El recientísimo cuadragésimo aniversario de la primera edición de este disco ha depositado en las estanterías de las tiendas dos ediciones de lujo con mucho material inédito, una ocasión de lujo para revisitar uno de los directos más poderosos de la historia del Rock.
Them Crooked Vultures se presentan al universo musical internacional como una superbanda más, aunque no puede pensarse que se trata de un simple supergrupo si atendemos a que su esencia se conforma con la sumatoria de la mezcla, impresionantemente premeditada, de Dave Grohl, Josh Homme y John Paul Jones.
Y es que si trato de analizar este disco para quedarme con lo bueno o con lo malo me siento mal por no saber qué hacer en un primer momento. Cuando el disco comienza me doy cuenta en breve que estas trece canciones contienen un montón de fórmulas muy conocidas pero con algunos ingredientes algo extravagantes , cada uno por separado, que le confieren un aura de rock enérgico, contumaz, casi histriónico, pero que deja hueco para poner la semilla de la influencia de cada uno de sus componentes.
La banda ya la está liando hace meses por todo el mundo en una gira que todavía no sabemos si los traerá a España. No cabe duda que el hecho de poner tanto nombre junto de superestrella le facilita la tarea para tener una capacidad extraornidaria de impacto en el panorama de manera inmediata, aunque no hay que desmerecer su intención de crear un producto novedoso, a pesar de que resulte complicado hoy en día hacer rock de toda la vida y ser original. Yo abogo por ellos porque han tratado de concebir un disco de canciones y no de improvisaciones, se distingue una buena elaboración y tratan de no conformarse con ser un disco más de música comercial para intentar rizar el rizo con cada toque psicodélico e hilarante en cada una de sus canciones.
Wolfmother es una banda australiana que comenzó su andadura allá por el año 2.004. Cuando se gestó el lanzamiento de su primer disco homónimo fueron catapultados, como por arte de magia, hacia el mayor de los éxitos. Todo tiene sus consecuencias. Primero hay que valorar el hecho de que no hayan abusado de su popularidad hasta el punto de venderse a la industria discográfica. Han sabido aguantar, antes de sacar un nuevo lanzamiento, a pesar de las desavenencias producidas en el seno interno de la banda, que han desembocado en el abandono de un par de miembros de la formación original.
Señalaremos que no es fácil superar el síndrome del éxito cuando llega tan pronto, siendo tan jóvenes. En poco tiempo culminaron un sueño, comenzaron una carrera estelar y alcanzaron los primeros puestos en las listas de ventas tocando rock de tintes retros con reminiscencias de una de las bandas más representativas e influyentes del panorama pesado de los útlimos 30 años, Black Sabbath.
Es difícil no recordar la voz de Ozzy Osbourne en cada estrofa que lanza Andrew Stockdale, quizás el miembro que ha aportado esa dosis de energía y personalidad a la banda para lograr una marca diferenciadora, un estilo propio , un saber estar, y catapultar a Wolfmother en un abrir y cerrar de ojos hasta niveles que a priori quizás nunca hubieran imaginado.
Wolfmother se caracteriza por la simplicidad, por lo genuino, por tener muy claro qué es lo que quieren y saber lograr con fórmulas nada nuevas ni novedosas unos resultados que hablan por sí solos. Si no sabes de qué te hablo no te pierdas la crítica de este discazo que se encuentra en estado de primicia mundial y se pone a la venta en estos días: Cosmic Egg.
Once años de espera para once canciones, no está mal. Una de las bandas más eternas del panorama rockero internacional puede permitirse eso y más. Irse, regresar, volver a desaparecer y reaparecer en tiempos de crisis, a placer. Pero Kiss es Kiss y si algo caracteriza a esta banda de Rock es una constancia creativa que garantiza álbumes de buena factura y con temas hechos para corear en grandes estadios. Sólo con ver la portada (vuelta al maquillaje), uno espera determinada clase de contenido en el disco. Parece un disco de Kiss clásico, con ese grafismo a lo ‘Rock and Roll Over’ tan setentero. Los que esperen un renacer sónico del cuarteto neoyorquino a nivel compositivo pueden ir comprando ya el nuevo ‘Sonic Boom’, Kiss tiene la personalidad suficiente como para evolucionar al ritmo de los tiempos, sin perder su esencia. Se trata de auténticos temas Kiss, y se nota que la banda ha puesto un empeño especial en producir un disco que satisfaga a todos sus fans. Por un lado el disco tiene armonías y tramas vocales muy en línea con lo que se espera de la banda y por otro la sonoridad es decididamente moderna y fresca. Los Kiss del siglo XXI no defraudan: las tendencias ochenteras no aparecen por ningún lado y los Kiss más duros de antaño apenas tienen presencia en el disco, esto es Rock and Roll y parece que incluso “el nuevo” Tommy Thayer está empezando a sonar un poco a Ace Frehley (esos vibratos...)
Los cuernos de la batalla suenan, los tambores redoblan en alta mar, y por fin se divisa tierra.
“…Across the sea they live, plotting against us all
A constant shade laid over our empire
A rusty nail into the eternal city's crown
Now is time to wield the deadly iron and to sail on
A thousand ships, the roman pride,
By Scipio's hand they're led to war..”
Así es como nos evoca Mare Nostrum, el primer corte del disco homónimo de los romanos Stormlord, que con este cuarto trabajo se consolidan como la gran promesa del metal italiano. Un trabajo lleno de guitarras pesadas afinadas en A, baterías como apisonadoras y voces desgarradas por los látigos de las galeras, sin olvidarnos de la apabullante cantidad de teclados presentes en todos los trabajos de estos grandes músicos.
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We move in circles; this story ends where it began. Para algunos, gran obra maestra del metal progresivo; para otros, el inicio o la confirmación del declive. ¿Por qué, pese a estar acostumbrados a que nada guste o disguste a todos, las opiniones sobre el octavo disco de Dream Theater son tan dispares? Quizá se deba al gran giro que supuso en la progresión de la banda. Ya se venían avisando cambios desde dos discos atrás. Con ‘Six Degrees’ se pasó de experimentar (como en los anteriores discos) a que el experimento fuera el disco en sí y ‘Train of Thought’, el disco más oscuro y metalero de la banda, abrió la brecha entre los fans, que se agrandó y separó de forma irreversible tras la publicación de éste del que escribe para todos vosotros una servidora hoy: ‘Octavarium’.
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Finales de los años 70: entre el nacimiento del punk y el desmarque de grupos como Yes y Pink Floyd empieza a oírse a hablar de un niño prodigio perteneciente a la popular banda The Jackson Five. Su nombre es Michael Jackson y la clave de su éxito, la originalidad e innovación en todo momento. Su característico timbre de voz, inconfundible, lleno de expresividad y versatilidad, su estética única y extravagante (no siempre reñida con la elegancia), su tremenda innovación en el mundo del baile de una forma jamás vista hasta entonces y todo ello fusionado en cortometrajes de grandes producciones que marcaron un antes y un después en el mundo de los video-clips. Poco tardó en superar en solitario la altísima popularidad que había alcanzado su grupo familiar. Pese a estar a la sombra de de los J5 durante sus primeros trabajos en solitario, en el '79 da su gran salto con ‘Off The Wall’ y tres años después se consagra finalmente como estrella internacional y rey del pop con ‘Thriller’.
Al escuchar ‘Yankee Hotel Foxtrot’, es inevitable pasar algunas canciones del CD y buscar aquellas que más estimulan nuestro oído musical. ¡Es tanta la variedad musical en ese trabajo que se hace difícil escucharlo enteramente! Hay una canción: “Jesus, etc.” ... En 2007 (cinco años más tarde) Wilco lanzó el álbum ‘Sky Blue Sky’, la criatura nacida del embrión de “Jesus, etc.”. En términos absolutos, magistral, dulce, suave, completo y expresivo. Por fin descubrimos que Wilco puede realizar un trabajo en el que no tenemos que elegir las canciones que más nos gusten, podemos degustarlas en su totalidad. Bueno, de acuerdo “Shake it off” podría saltarse, pero aún así ya es un logro que en un CD de quince canciones solamente una sea poco agraciada (y no es porque sea una mala canción).